Soy de la época de las rodillas raspadas,
de cuando las bicicletas eran máquinas excepcionales para la aventura,
de la caza de luciérnagas en noches de calor,
de guerras de globitos de agua a escala barrial,
de refugios secretos construidos en las copas de los árboles,
de tardes de ring-raje, mancha y escondidas alrededor de la manzana,
de la época en que con $1 teníamos la tarde hecha.