miércoles, 10 de noviembre de 2010

Jódase












A ver, a ver, a ver.

Usted no es ninguna víctima en esta guerra. Así que cambie inmediatamente esa cara de depresión, esfume de sus ojos esa mirada de furia incendiaria... y ponga el cerebro en una bañadera con hielo.

Analicemos las cosas como son. Hágame el favor. Apártese de ese género de tragedia épica que siempre le gustó tanto y que en el fondo adora protagonizar una y otra vez en su imaginación.
Le repito para que le quede claro: usted no es ninguna víctima en esta guerra.

Digamos que usted tenía una espina clavada en el dedo. Al principio no dolía, o dolía por momentos, pero siempre se le pasaba y se olvidaba del asunto. Hasta que el dolor se volvió continuo y fue adoptando una tesitura in crescendo infernal. Le dolía como la concha de la lora el puto dedo. Más que nunca.

Entonces decidió que la mejor manera de librarse del dolor era extirpando la espina, en un gélido y brusco movimiento, y mantenerse lo más alejado de ella posible.

Pero bueno, algo que hay que reconocer es que usted no hace futurología. Por ende, nunca imaginó que no tener la espina en el dedo iba a proporcionarle un dolor igual o mayor que tenerla.

Tampoco imaginó jamás que esa espina pudiera acostumbrarse a estar alejada de usted, ¡y encima que fuera feliz! y que no volviera arrastrándose a sus pies rogándole que vuelva a abrir su herida y le dé alojamiento.

OH no, resulta que la espina ahora hasta es capaz de encontrar otros dedos donde vivir, dedos que según usted jamás van a ser tan compatibles con ella como el suyo, pero dedos al fin.

Usted bien sabe que si no la hubiese arrancado con crueldad, la espina probablemente seguiría muy cómoda en su dedo. Usted se la sacó. Usted provocó todo esto. Por usted esa espina está ahora viviendo en otros dedos y riendo sin inhibiciones. Esa espina está sin usted, por usted.

¿Y sabe qué es lo peor de todo? Que, indignado como está con la situación actual de la espina, usted tampoco está seguro de querer reabrir la herida donde la susodicha vivía. Porque va a doler, de cualquier forma va a doler.

Lo que usted preferiría es no tener dolor alguno, y que a la espina se la lleve un viento para siempre.

Pero al manifestar esto usted sólo confirma que quiere
  • La chancha
  • Los veinte
  • Y la máquina de hacer chorizos

Pare de llorar por dentro. No está en ninguna posición de hacerse la víctima: usted se lo buscó.

1 comentario:

Luna dijo...

Así son las espinas. Y así son los dueños de los dedos.


Besos